jueves, 7 de abril de 2011

Si las miradas como esa matasen, ella habría muerto en ese momento.

El aire estival del verano movía su melena con elegancia. Caminaba por la orilla del mar, con las olas mojando sus pies y los últimos rayos de sol iluminando su rostro. Con la bolsa de playa al hombro y sus chancletas con tachuelas en la mano, vio acercarse una figura. Un hombre alto y con unos preciosos ojos azules que quitaban el hipo caminaba en sentido contrario. Al pasar por su lado, sus miradas se cruzaron. Se quedaron mirándose fijamente con lo que pareció una tremenda intención de intercambiar palabra. No sabía por qué, pero sentía mariposas en el estómago. No encontraba una explicación a esa sensación, pues no conocía de nada a ese hombre. Incluso ella misma se sintió tonta. Vaciló un momento y siguió andando arrepintiéndose por no mediar palabra con aquel deslumbrante ser humano...

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Algo para contar, un espacio donde desahogarme y contar cualquier cosa que se me pase por la cabeza. También podéis visitar mi otro blog, Mariposas de caramelo.
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